Ansiedad
>> miércoles, 30 de enero de 2019
Una extraña sensación oprime mi pecho. Esa sensación de ahogo se apodera de mí. ¿Cómo puede faltarme el aire si estoy en medio del campo rodeado de árboles, naturaleza y oxigeno? La mente toma el control de mi cuerpo y me hace creer lo que piensa que debo sentir.
¿En qué momento algo que me gustaba hacer, ha pasado a convertirse en algo que me provoca malestar físico? ¿Por qué no extraemos de manera automática lo bueno de todas las situaciones malas? ...
Una cosa está clara, demasiadas preguntas. Aunque siempre he tenido una firme convicción: Las cosas pasan por algún motivo.
Debemos esforzarnos en sacar siempre la parte buena de las situaciones malas, la parte optimista de los momentos más pesimistas. Seguramente no es fácil, cuando la mente se ofusca no vemos lo que queremos ver; vemos lo que nuestra mente piensa que debemos ver.
Pensamos que nos conocemos, pero no es así. Creemos que conocemos a los demás, pero no es así; no conocemos a nadie, nadie conoce a nadie, nadie.
Probablemente para contestar a todas las preguntas que me rondan por la cabeza, lo mejor es empezar a conocerme a mi mismo, a mirarme al espejo y presentarme de manera formal. Mantener largas charlas de días de lluvia conmigo mismo; reírnos de nosotros mismo; llorar juntos.
Un primer paso para empezar a cambiar las cosas ha sido descubrir la meditación. Aprender a meditar para encontrar esa paz interior que, por pequeña que sea, seguro que hace que cada día sea mejor. Y ese será uno de los objetivos de este año, meditar y redescubrirme a mi mismo.
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